Lo que Hacen los Pequeños Genios

Al igual que los demás niños, ven caricaturas y juegan con sus mascotas, pero tienen «el gusanito» de la creatividad.

Pequeño Edison

Con tan sólo 13 años de edad, tiene una empresa de ingeniería electrónica llamada Centix Electronics. «Soy el director general y único empleado», afirma Gabriel Villaseñor Sotelo. La sede y taller se encuentran en el cuarto de servicio de azotea de su edificio. En este refugio, ha dedicado hasta siete horas de trabajo a sus inventos.

Diseña aparatos que él piensa pueden ayudar a facilitar la vida. Tiene más de 200 bocetos con diferentes inventos. Su madre, Patricia Sotelo, los guarda celosamente en unas carpetas. Algunos, como un procesador de textos, unas lámparas de noche y un tapete inteligente con sensores de paso ya son realidad, este último hasta solicitud de patente tiene.

«No sé de dónde me viene la facilidad, muy probablemente por parte de mi abuelo que es ingeniero mecánico electricista», comenta Gabriel.

Su primer diseño fue una brújula, tenía sólo tres años, ya leía y escribía. Dos años después puso siglas a su primera empresa, ULSA, «no sé qué significa eso que escribí, en ese momento era sólo un juego», afirma.

Admira a Steve Jobs, fundador de Apple, pues siempre le ha gustado mucho «lo compacto» y «lo más práctico». No desea ser partícipe de la fuga de cerebros, pero ha empezado a aprender alemán, pues sabe que en un futuro viajará al país germano para estudiar. «Quiero revolucionar la tecnología, porque sí estamos medio atrasados», reconoce.

Entusiasta por mostrar sus inventos, Gabriel, saca del armario los más recientes. Su forma rudimentaria no implica para nada su eficacia; él puede transformar una caja de tarjetas de presentación en un amplificador para su iPod, un estuche de aretes en una cajita musical, una clavija en una lámpara de noche o una caja de cartón en un dispositivo para la iluminación de una pecera.

No todo lo que diseña es sencillo de llevar a cabo. Tiene el boceto de una pantalla cuya imagen podrá verse en tercera dimensión, o una camioneta inteligente, inventos muy detallados, pero difíciles de realizar por cuestiones económicas y porque, acepta, aún le faltan muchos conocimientos para la fabricación.

Gabriel asiste al primer año de secundario, y ya ha concluido una carrera técnica en microprocesadores digitales. El título lo obtendrá hasta que tenga concluida la educación básica, dado que la Secretaría de Educación Pública no permite que se adelanten años escolares. También cursó un semestre de robótica en el Instituto Politécnico Nacional.

Steren es su patrocinador oficial, le provee del material que necesita para sus proyectos y paga su educación. Alguien más le regaló un sitio en internet www.centix.com.mx.

Gabriel Villaseñor asiste a congresos en varias partes del país que organiza la Asociación Mexicana para el Apoyo a Sobresalientes, y brinda conferencias sobre sus inventos.

– ¿Qué otros pasatiempos tienes?

– Me gusta salir a caminar para despejarme y buscar nuevas ideas, tengo un perro que se llama Laika, veo algunos programas como Cazadores de mitos y me atraen mucho los libros de ciencia ficción.

– ¿Qué te gusta más de la escuela?

– Soy feliz con matemáticas, geografía y biología. La reforma educativa no me cayó nada bien, pues quitaron del primer año de secundaria física y química, espero con ansias pasar a segundo.

Pequeños virtuosos

Son dos niños de 11 y 10 años, Ana Caridad Villeda, violinista, y su hermano Miguel Ángel, cellista. Ella ha tocado para la emperatriz Michiko y él lleva tres años cantando y tocando en la obra Amahl y los visitantes nocturnos.

El amor por la música les brota por los ojos, la sonrisa y las manos al momento de ejecutar piezas en su instrumento de cuerdas. Su padre es el cantante de ópera Leonardo Villeda, quien desde chicos les inculcó el gusto por la música.

«Me gusta tocar el cello, su forma es bonita, además porque admiro a un cellista de la Orquesta Sinfónica Nacional que se llama Alain Durbecq», dice Miguel Ángel (MA). Por su parte, Ana Caridad (AC) comenta que del violín le encanta el sonido que emite, su tamaño, y la música que está escrita para este instrumento.

«Nos iniciamos en la música porque mi papá nos llevaba desde chiquitos a conciertos. Al ver las orquestas nos entusiasmaba cómo tocaban y pues quisimos empezar», explica la pequeña.

Asisten a una escuela Montesori porque es una forma de educación que les permite administrar su tiempo. Eligieron la música porque esta disciplina juega un maravilloso efecto en el desarrollo de los niños.

El empezar desde tan jóvenes ha sido parte del secreto de su éxito. Ana lleva seis años en este mundo de sonidos y Miguel cinco «la mitad de mi vida», apunta.

– ¿Qué es lo que más les gusta de la música?

AC: Las piezas, los diferentes instrumentos, las orquestas, los cantantes de ópera, todo.

-¿Cuál es la historia de sus instrumentos?

AC: En una obra de teatro me encontré con el nieto de Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri y me dijo: «¿Tú tocas el violín verdad?, pues te voy a traer el que era de mi abuelo», y me lo dio. No podía creer que tuviera el instrumento de Cri Cri , es una experiencia muy bonita poder tocar con él. Es más pequeño que los otros porque es un violín de dama.

MA: ¡La historia de mi cello es impresionante! Como dice mi papá: «al que nace pa´ tamal, del cielo le caen las hojas». Yo quería tocar el cello, pero no había de mi tamaño. Tenemos un coro en una iglesia, saliendo de la misa una señora me platicó que tenía uno y me lo quería regalar. Al principio no lo queríamos porque estaba en malas condiciones, pero viendo el tamaño tan pequeño (cello 3/4), lo reparamos y es con el que toco ahora.

-¿En dónde se han presentado?

AC: Hemos participado juntos en un homenaje a Juan Soriano, en una obra con Mario Iván Martínez que se llamó ¿Conoces a Wolfi? (por el 250 aniversario del natalicio de Wolfgang Amadeus Mozart), en un homenaje a jóvenes talentos para inaugurar la Biblioteca Vasconcelos, ahí debuté cantando con La Reina de la Noche . Luego gané un concurso para ir a Japón, donde tuve la oportunidad de tocar para la emperatriz.

-¿Creen que la música les quita tiempo para juegos o para la escuela?

MA: A veces la escuela interfiere con la música. Como nos dejan tareas y tenemos que estudiar (cello y violín), pues es un poco difícil.

-¿Sienten que su talento los hace especiales?

AC: Yo creo que todos los niños tienen algo especial, no creo que haya unos más especiales que otros. Todos tenemos algo que dar.

-Esa facilidad que tienen para la música ¿la heredaron de su papá o la han obtenido con el estudio?

MA: Mi papá dice que ´la musicalidad sólo los músicos la tienen´. Ah, pero también tiene la culpa mi mamá, porque siempre nos ayuda en todo.

AC: Creo que una parte sí la sacamos de mi papá, pero también depende mucho del estudio.

-¿Sienten que la música les ha ayudado en otras actividades?

MA y AC: Sí, en las matemáticas, porque en la música todo es matemáticas.

-¿Qué otros pasatiempos tienen?

AC: Vemos la tele. Nuestros programas favoritos son Arts, el Mundo de Beackman , las caricaturas y las películas de Pedro Infante. Nos encanta jugar juntos a los piratas y leer.

-¿Cómo se imaginan de grandes?

AC: Quisiera dedicarme a la música, al canto y a escribir muchos libros para niños.

MA: Quiero ser cantante de ópera, director de orquesta y científico.

-¿Y la escuela, cómo son los compañeros?

AC: Me gusta mucho historia, español, matemáticas y geografía. El hecho de que toque música hace que los niños en la escuela a veces me ven como si fuera rara, pero yo trato de que se acerquen a la música; es muy importante en el desarrollo los niños.

MA: Me encantan las matemáticas, el examen ENLACE, historia. Como traigo libros y no veo mucha tele, mis compañeros piensan que soy raro.

-¿Y su secreto para destacar?

AC: Estudiar mucho, al menos tres horas diarias. Los maestros son exigentes, pero tienen que serlo para que avancemos.

Entre sus participaciones más recientes está El guasón de la tecla, concierto infantil con música de Ravel y Cri-Cri.

Se presentarán los sábados 5 y 12 de mayo en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.   


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